La ley actual en prácticamente todos los países establece la obligación de que los coches cuya vida útil llega a su fin sean llevados a un centro autorizado de tratamiento, es decir, a un desguace, para que se controle y se evite el vertido de componentes tóxicos y contaminantes al medio ambiente, y se gestione de forma eficaz su despiece y desguace.

Mucha gente no es consciente de las muchas vidas que pueden llegar a tener los materiales que forman parte de los coches normales y corrientes. Por ello vamos a proceder a describir la rutina del día a día de cualquier empresa de desguaces. Cuando un propietario particular transmite a la empresa su intención de llevar el coche al desguace, se establece una tasación por el mismo, en función de su estado de conservación, su marca y modelo, así como la demanda normal de ese tipo de componentes y la cantidad de stock de esas piezas de la que disponga el desguace en cuestión. Si se llega a un acuerdo, el desguace adquiere el coche y el propietario recibe a cambio una pequeña compensación económica.

Posteriormente los trabajadores del desguace recogen el vehículo con la grúa, normalmente sin cargar ese servicio en el coste total, es decir, que lo hacen de forma gratuita para el usuario. Cuando lo recepcionan en las instalaciones, se procede  a dar de baja el vehículo de la base de datos de la Dirección General de Tráfico, momento a partir del cual el vehículo deja de “existir” oficialmente para los registros.

Es entonces cuando comienza la operación de despiece y desguace del coche o moto, propiamente dicha. Los mecánicos extraen todas las piezas que están en buen estado y las revisan para comprobar que pueden ponerse a la venta sin ningún problema. Dichas piezas de segunda mano son una gran oportunidad para los compradores particulares que quieren ahorrarse un buen dinero en la renovación de piezas concretas para sus coches, pero al mismo tiempo quieren tener la seguridad de estar comprando componentes de calidad que van a durar lo suficiente como para amortizar la compra.

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