El desarrollo de cualquier niño es un proceso que no siempre es lineal, por lo que puede ser muy relativo. Todo depende de los diferentes estímulos a los que el niño este expuesto desde sus primeros meses de vida. Respecto al habla, estos estímulos pueden empezar desde que el bebé está en el vientre, ya que esta familiaridad con ciertos sonidos puede facilitar su aprendizaje.
Para que el niño pueda desarrollar el lenguaje de forma satisfactoria existen una variedad de aspectos que aunque no nos demos cuenta, van ayudando en el transcurso de su vida. El primer momento es la lactancia materna ya que la succión de la leche hace que se fortalezcan los labios, la mandíbula y la lengua.
Otro momento importante es cuando los niños comienzan a incorporar alimentos sólidos a su dieta, ya que muchos de ellos detestan la comida que presenta algún tipo de textura. Esto hace que los padres opten por dar a sus hijos puros alimentos líquidos o papillas, que impiden el fortalecimiento del que se habló anteriormente.
Cuando el niño tiene aproximadamente entre 10 a 12 meses, comienza a pronunciar o a balbucear sus primeras palabras. Desde esta edad hasta los dos años, algunos expertos creen que el niño debería aprender entre veinte y cuarenta palabras, es importante tomar en cuenta que no deben ser palabras largas o muy difíciles, incluso podrían contar las onomatopeyas o la forma que tiene el bebé de decir ciertos objetos de uso cotidiano que le permitan comunicarse con su entorno.
Sin embargo, existen muchos niños a los que no se les incita a practicar el lenguaje oral, esto puede ser contraproducente ya que lo único que se logra es que utilice otras formas del lenguaje, que poco a poco evitan que siga fortaleciendo el habla.
Si antes de llegar a los dos años, se observa que el niño casi no pronuncia palabra alguna, es importante que los padres se pregunten el porqué. Muy probablemente, el niño no tenga ese necesidad ya que con solo abrir la boca los padres ya le dan lo que necesita, lo que no quiere decir que este mal. Pero es necesario que el niño vaya aprendiendo a comunicarse de forma efectiva. Si el infante no logra esta comunicación óptima, no solo puede afectar otro tipo de aprendizajes, sino también puede crearle frustración.
Si observas que tu niño no mejora, es necesario que en esta etapa consideres llevarlo a una terapia del lenguaje. Aquí, se le realizará una serie de estudios, tanto de habla, como auditivos donde se analiza si el niño tiene solo problemas de habla, o si estos problemas se dan porque su aparato auditivo no funciona bien. Cualquiera de los casos, tiene una posible solución, por lo que es fundamental detectar a tiempo alguno de estos problemas.
Para ayudar a tu niño, también puedes hacer ejercicio dentro de casa. A continuación te explicamos como:
Desde que el pediatra permita que comience a consumir alimentos diferentes a la leche, fortalecer la mandíbula del infante ofreciendo alimentos sólidos picados para evitar accidentes.
Crear una serie de juegos interactivos que ayuden a que la mandíbula se fortalezca, estos pueden ser, soplar pitos de forma constante, hacer burbujas dentro de casa, hacer movimientos con la boca, hacer vibraciones con diferentes sonidos o mover la lengua en diferentes sentidos.
Hablar al bebé de forma clara, si se opta por usar diminutivos o un tono de voz diferente con el niño, es muy probable que este no aprenda el lenguaje de forma correcta. Es importante decir las palabras claras y de forma correcta para que pueda empezar a reconocerlas.
Cuando el niño quiera jugar con algún objeto, es importante enseñarle el nombre, de lo que sea que toque para que pueda ir incluyendo poco a poco nuevas palabras a su léxico.
Finalmente, si el infante utiliza la mayoría del tiempo señas para comunicarse o para pedir algo a los padres, pedirle de forma tierna que diga que es lo que necesita o repetirle el nombre del objeto para que él lo haga también.
Con estos pasos, se puede ir incentivando a que el niño este constantemente practicando su lenguaje y lo vaya perfeccionando.